LA ESTUPIDEZ HUMANA DESDE LOS ALPES JAPONESES.
La estupidez es aquello que hacemos que causa un daño a otra persona o grupo de personas sin obtener, al mismo tiempo, un provecho para sí, incluso obteniendo un perjuicio.
Las leyes fundamentales de la estupidez humana.
(Carlo M. Cipolla)

Qué mejor sitio en Japón para escribir que sentada en el Shinkansen mientras ves las montañas pasar, deseando que el viaje no acabe nunca, pero el viaje siempre es rápido , ya que a la velocidad con la se mueve y con su puntualidad estricta con un margen de siete segundos máximos de retraso, tendría que hacer varias idas y vueltas a las islas para quedarme satisfecha.
Fui a los alpes japoneses pensando pasar un día y al final he disfrutado de cuatro, me impactaron sus aldeas, con casas de esas que imaginas en los cuentos en Shirakawago, sus baños termales al aire libre (Onsen) , sus puentes colgantes y sus templos solitarios en los que nunca falta un water caliente , me dirijo a Tokio y como acabo de confesar a unos amigos alemanes, me da pereza.

En Takayama como cuartel general me he dado el gusto de pasear siguiendo sólo los olores, probando sopas y sakes que me regalaban. visitando pueblos como Hida Furukawa en el que me sentía la única habitante con sus solitarios y numerosos templos rodeados de canales, con talleres de caligrafía y decoración japonesa, mientras paseaba por calles desiertas sólo acompañada con un leve rumor de música ambiente de pájaros.
Por este ritmo pausado he tenido tiempo de saborear el tiempo, la tradición, las buenas conversaciones con nuevos amigos con los que espero reencontrarme en breve, he vuelto a reconciliarme con la lluvia, a reaprender a aceptar lo que viene, a cambiar de planes siguiendo mi ritmo.

Soy consciente de que viajar así es un privilegio que tengo, que tengo que agradecerlo, porque no todo el mundo puedo contar con las herramientas y medios para poder hacerlo.
Lo primera que yo necesité para hacerlo fue pensar que se podía hacer, que otra manera de funcionar era posible, hemos recibido cientos de mensajes a lo largo de nuestra vida desanimándonos a disfrutar del tiempo sin un fin en sí mismo, se nos alienta en toda nuestra fase escolar a ser personas productivas en las que el éxito está asociado a conseguir todo aquello material que creemos necesitar y la admiración del resto.
Nuestras pasiones y motivaciones quedan relegadas al cajón oscuro en el que podremos rescatarlo cuando tengamos unos días de vacaciones al año o cuando me llegue la gran ansiada y temida a partes iguales, jubilación.
Todo aquello que nos habían contado en cuanto al trabajo es mayoritariamente cierto, una gran parte de la población trabaja una media de entre diez y doce horas diarias, suelen tener una semana de vacaciones al año. Ahora entiendo esa manera de viajar rápida, tomando fotos y marchándose velozmente de los sitios, aprovechando cada minuto.
No era consciente de lo importante que es ese tiempo para ellos. También me cuentan que la gente más joven lentamente va cambiando las cosas, pero sigue siendo un tabú tomarse lo que llamamos tiempo ocioso.
Es sorprendente ver gente con edades muy avanzadas en todo tipo de trabajos con la convicción de que el servicio a la comunidad es lo más sagrado.
En el contexto en el que se ha desarrollado Japón es muy entendible esta manera de funcionar. Al finalizar la segunda guerra mundial el país estaba absolutamente devastado. La visita a Hiroshima , que trataré aparte por su dureza, da cuenta del genocidio que se aplicó contra la población civil. Todas las personas se unieron en un esfuerzo titánico por reconstruir lo que quedaba y crear el magnífico país con el que cuentan.
Este pensar primero en el bien común me tiene fascinada, no hay Japonés que no se esfuerce en que las personas a las que pueden influir estén en las mejores condiciones, en cualquier necesidad que se me presenta siempre acuden con una sonrisa tímida en mi ayuda.
Esta idea de solidaridad es algo que me encanta, cuando mi hospedadora Yaeko me peló una manzana y me despidió con una paquete de mis chocolates favoritos, mi asombro ya no tenía límites. Tengo mil ejemplos diarios de esta manera de comportarse. Con la gente que cojo más confianza les pregunto si se sienten libres para ser tan hospitalarios, casi no pueden ni entender la pregunta, aquí es lo natural, lo fácil, incluso lo lógico.
Es el único país del mundo que se ha declarado como país que está en contra de las guerras, esto es de una lógica aplastante , la experiencia en la guerra fue tan dura para la población que en el país del pensamiento mental no cabía otra conclusión, ojo por ojo y el mundo acabará ciego.
Qué diferente es cómo vivimos en Europa, jugamos a pacifistas mientras con la mano izquierda vendemos armas en un ejercicio de hipocresía , puro capitalismo, maldad e ignorancia absoluta.
Lo importante es la economía, las personas vamos detrás.
Estos días estoy conmocionada con la muerte de Mame Mbaye en Madrid, somos tan ruines que nos hemos metido en un debate repartiendo culpas y justificaciones, me indignan las etiquetas que se le han ido poniendo de emigrante, negro, extranjero, ilegal, sin papeles, senegalés, africano, mantero, como si por tener esas etiquetas no fuera merecedor de lo mejor de este mundo, me indigna que nos peleemos poniendo el dinero por encima de las personas, los intereses comerciales, la producción, joder era un ser humano, con familia y amigos que le lloran, con emociones, vida, sufriente, con una vida dura porque algunos deciden que los derechos no corresponden como ser humanos sino por el club al que pertenezcas.
Estoy rabiosa de ver cómo nos peleamos unos con los otros pateando al prójimo como si este mundo sólo fuera el barco de los blancos occidentales, y creemos que si se montan el resto de humanos se hunde, el mundo tiene recursos para todos aunque no para la avaricia de unos pocos.
Somos una panda de idiotas en los que el color de la piel es excusa suficiente para destrozar a alguien, somos tan ignorantes que no entendemos que nos corre la misma sangre por las venas,
Nada nos diferencia de ninguna de las personas que he conocido a lo largo del mundo, nadie es menos que yo ni por supuesto más. Incluso siendo estúpidos somos dignos de toda dignidad. Actuamos con tanta estupidez que no nos damos cuenta que el trato a los demás es lo que nos define, el odio que dediquemos a los otros es algo que vuelve como un boomerang y es el miedo , los complejos y la falta de autoestima lo que nos mueve a comportarnos de esta manera.
Nos han contado una gran mentira y todo el mundo se la ha comido. Se ha llegado a decir que incluso los rescates en el mediterráneo de la gente casi ahogada es un efecto llamada, esta semana he alucinado con la causa contra Proactiva Open Arms y Maleno defensora de migrantes en Marruecos , a los que se acusa de tráfico humano por salvar las vidas de la gente que dejamos que se estén ahogando en la puerta de nuestra querida Europa. También veo atónita como el terrible suceso de un niño asesinado ha servido de excusa para que mucha gente saque toda su mierda a pasear en un ejercicio de jauría enloquecida, mezclando colores y cuestiones de género con una ignorancia que si no fuera tan peligrosa sería hasta divertida.
Hasta la propia palabra racista me molesta ya que cuánta gente sigue pensando que las razas existen, sin saber que fue un concepto que se inventó cuando la católica Europa necesitó esclavizar a gente para hacerse más millonarios en sus colonias robadas a los mismos que esclavizaban. Esta fue una de las maneras que utilizó para deshumanizarlos y justificarse, cargándose el mensaje cristiano sobre tratar al prójimo como a uno mismo, clasificando a los humanos en razas, podían seguir utilizar a las personas despojándolas de cualquier dignidad.
Y por supuesto ahora que somos más estudiados contamos con maneras más retorcidas de seguir practicando esta exclavitud en clave moderna, despojando a las personas de sus derechos, de su dignidad, pagándoles sueldos de miseria y después en una pura y retorcida contradicción culpándoles de la bajada de sueldo del resto, seguimos propagando bulos en un ejercicio de puro cinismo para no asumir nuestra propia responsabilidad, porque ya no es suficiente con que nos aprovechemos de ellos, sino que encima les tenemos que hacer responsables de todos los males.
Tengo varios amigos entre la comunidad Senegalesa, sus historias de vida son en la mayoría casos muy dolorosas, tienen que esperar años para reencontrarse con sus familias y amigos, están cansados de ver cómo se les maltrata una y otra vez, de vivir en las peores condiciones, en los trabajos más complicados, juzgados porque alguna vez reciben alguna ayuda , como si fueran culpables de su pura supervivencia. Es triste que haya tenido que suceder esto para que los veamos, para que nos demos cuenta que no estamos tan lejos de nuestros antepasados colonialistas.
Y cuando viajo aun me hago más consciente de todo esto, de mis privilegios de vivir en el lado afortunado y es que la primera diferencia que tendríamos que poner sobre la mesa es la injusticia de las fronteras, esas puertas que mantienen este sistema de mierda de personas con derechos y sin derechos, yo sólo creo ya en destruirlas, en hacerlas frágiles, en futuros posts contaré un plan que necesitará tiempo para ir minándolas poco a poco, en mi periplo viajero ya voy sumando aliadas por el mundo las cuales me ayudarán en este empeño.
Porque como en Japón estamos llamados a vivir en una comunidad abierta, es hacia donde caminamos , asegurando la libre circulación de toda persona, porque el aire y la tierra no pertenece a nadie y las personas no somos mercancía. Yo no tengo miedo de la gente de ningún país porque creo que las personas siempre aportamos , incluso el que no lo hace bien, todo se necesita, todo enseña.
He vivido increíbles momentos como los que he vivido con la maravillosa Gisella, Marco y sus amigos de Perú y Brasil, comunidad latina con antecedentes familiares en Japón, los cuales buscando un buen futuro para su familia vinieron a trabajar a este país hace más de veinte años y los cuales me han cuidado con una hospitalidad casi maternal. Sus historias vitales me emocionaron, una vida de sacrificio buscando un futuro mejor intentando conservar sus tradiciones.

Compartí muchos momentos de su comunidad, con celebraciones como una fiesta de los quince años o una baby shower de peruanos descendientes de japoneses. Nos emocionamos todos y todas hasta las lágrimas con el baile del padre japonés y su hija quinceañera. Me siento afortunada de conocerles y espero que algún día me devuelvan la visita para de alguna manera devolverles aunque sea mínimamente algo de lo recibido.


Tokyo me ha recibido con flores . Un abrazo anocheciendo por Tokyo.