WABI-SABI VIAJERO

Cuando vuelvo de mis viajes siempre cuento mis aventuras a mis generosas “amig@s”, que aguantan cada una de mis anécdotas sin una queja.
Suelo tener la costumbre de contar todo lo que me ha gustado y a veces me preguntan, ¿ y no te has encontrado cosas que no te gusten???.
Como solemos comentar entre nosotras ,vivimos en una nueva era en la que vivimos un nuevo culto al positivismo donde todo tiene que ser bonito, todas las experiencias buenas y el viaje viene siendo un poco “paseo por las nubes”. Las fotos de redes sociales tienen que dar fe de todo esto y es cierto que puede dar un poco sensación de irrealidad y de afición por el mundo pirueta.

Así que por primera vez y sin que sirva de precedente voy a contar aquellas cosas WABI-SABI que me voy encontrando.
La gente a veces me dice que soy valiente por viajar sola y siempre replico que lo valiente es viajar sin dinero como hace la mayoría de la gente que se tiene que moverse buscándose la vida.
En esta aventura Japonesa, y seguramente para tener una cura de humildad de esas que te regalan los viajes, estoy experimentando el miedo de viajar sin dinero. No os preocupéis no me han robado, que me pasara en este país ultraseguro haría de mí una rara avis digna de salir en la portada de todos los periódicos.
Mucho más sencillo, viajo con dos tarjetas, una visa y otra de débito, para resumir la visa no me permite sacar dinero ni hacer la mayoría de los pagos y la de débito se ha rallado por lo que sólo de vez en cuando me permite hacer pagos vía datáfono y sólo si es de chip, para más inri en la mayoría de hoteles y restaurantes tienes que pagar en efectivo.

Toda esta aventura me ha surgido en la gran Tokio y doy gracias a todos los dioses sintoístas ya que durante unos días he disfrutado de la maravillosa Kana y su familia, mi anfitriona de coachsurfing por lo que he podido ir vadeando el temporal. Esta semana voy a Okinawa la isla que está más al sur y ya me han avisado que si en Tokio es difícil pagar con tarjeta allí ya hay que darlo por imposible.
Tengo veinte euros en efectivo y ando dándole al coco viendo opciones para arreglar esto. Hoy he pasado la mañana buscando una sucursal de mi banco, ha sido una mañana de recorrridos de edificios llenos de “yuppis” comprobando finalmente lo poco que actualizan sus datos la mayoría de las empresas llegando a la conclusión de que no queda ni una sola sucursal en todo Japón del banco Santander, vamos que con tal de no reconocer sus recortes ahí lo dejan , datos de sus oficinas dando vueltas por internet para marearnos a las desesperadas.
Hoy me acoge una buena amiga de otra buena amiga, ya se ha ofrecido a echarme una mano, como residente en Tokyo sabe de toda la complicación de este tipo de sucesos. Mi exmarido Víctor, que siempre está ahí, con su paciencia infinita para echarme una mano, me ha hecho una trasferencia por Wester Union, como no lo habíamos hecho antes y esta es gente muy rigurosa llevo diez horas de espera esperando a que comprueben los datos.
Está claro que toda la teoría Zen japonesa la tenía que probar en este viaje, de vez en cuando me recuerdo la frase de “si algo tiene solución para qué me preocupo y si no la tiene para qué me preocupo”, está claro que este dicho es acertadísimo pero esto no evita que a veces mi mente divague con las posibilidades de quedarme sin dinero.
Hoy he andado cuatro quilómetros con la mochila a cuestas para ahorrarme dos euros del billete, nadie dijo que fuera fácil.
Estar en una de las ciudades más consumistas del mundo sin dinero está siendo una de esas aventuras que no por necesaria prefieres ahorrarte. Menos mal que por lo menos el te es barato y bonito.
Estoy valorando la opción de trabajar en algún hostel o artista de variedades en la exótica Okinawa
. A veces me debato entre el miedo y el intenso aprendizaje que esto me está dando.

Toda esta experiencia me hace más consciente de mis privilegios, ayer me vino a la cabeza la experiencia del Ramadán donde la gente musulmana decide no comer ni beber en las horas diurnas para experimentar lo que vive la gente que no puede hacerlo, quién sabe si el destino no me estaba guardando un poquito de aprendizaje por las malas para que ponga todo lo material en su sitio.

La verdad es que me voy dando cuenta de que casi no necesito nada, de que tengo que confiar en los otros, tener paciencia, buscar soluciones creativas, y que esto no deja de ser una anécdota comparado con la precariedad con la que vive la mayoría de la gente en miles de sitios.

Mientras tanto he disfrutado de los cerezos en flor ,los cuales me han recordado que todo en la vida tiene su momento WABI-SABI, ESA PARTE IMPERFECTA QUE LE DA ELEGANCIA AL TODO. Enseñándome que la parte imperfecta de todas las experiencias es la que dota de realidad mis momentos viajeros, la que hace que la experiencia se convierta en real. Y que como en todos los momentos que vivo, lo único por lo que puedo pasar es por aceptar, lo que me gusta y lo que no, y es un camino por el que tengo que transitar por muy incómoda o fea que sea la experiencia. Si a alguien se le ocurre soluciones las acepto gustosamente. Prometo no dejaros en vilo y seguir contando en qué queda todo esto, de momento voy a dejar el alma en calma, aceptar lo que llegue y seguir viendo posibilidades sin que el pánico haga que tome decisiones equivocadas.

Un abrazo.